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miércoles, 12 de octubre de 2011

LOS ODM: UNA MIRADA A LA GESTIÓN INTERNACIONAL DE LA POBREZA

LOS ODM: UNA MIRADA A LA GESTIÓN INTERNACIONAL DE LA POBREZA
Auxtin Ortíz E.
En septiembre del año 2000, 189 jefes de estado y gobierno se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Durante esta reunión, se firmó la Declaración del Milenio, un texto en el que se fijan metas con plazos determinados sobre la reducción de pobreza económica, el hambre, la enfermedad, la falta de vivienda adecuada y la exclusión, al mismo tiempo que se promueven la igualdad de género, la salud, la educación y la sostenibilidad ambiental. De ahí nacen los famosos Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
Más tarde, en 2002, el Secretario General de las NNUU encarga la realización del plan de acción para poder alcanzar los ODM a un grupo asesor independiente liderado por el famoso Jeffrey Sachs. Este grupo entregó su informe final en el año 2005, titulado: “Invirtiendo en el desarrollo: Un plan práctico para conseguir los ODM”, lo que supone concretar la manera de alcanzar los objetivos marcados.
Mi primera reflexión al respecto fue que estos dos señores son muy lentos. 2 años tardó el secretario general en dar la orden para que se hiciera un plan de acción. Y 3 años tardó Jeffrey Sachs en planear una estrategia.
Además de esta, a continuación cito algunas de las críticas más relevantes que se realizan a los ODM:
1.      Primera y la más importante a mi juicio, es que no hay un análisis de las causas que han generado la pobreza que se pretende combatir. De esta forma, existe la duda razonable: ¿Se están atacando las causas de un problema o simplemente se atacan sus consecuencias? En los Objetivos de Desarrollo del Milenio no se plantean cambios estructurales en el sistema económico, social o político. Por ello, aunque consiguiéramos erradicar la pobreza ¿Quién nos asegura que esta no rebrotará? En un ejemplo, no se propone modificar la relación de poder (y escasa democratización) existente en organismos como el FMI, BM o OMC que a menudo determinan las políticas de desarrollo a nivel mundial. Tampoco se toman medidas contundentes que eliminen la deuda externa ni se promueve una cultura de paz que limite las futuras guerras. Estas tres suponen a mi juicio causas claras que generan pobreza y que no son atacadas con contundencia en los ODM.
2.      Los ODM obvian completamente el enfoque de los Derechos Humanos.
3.      Los ODM no son vinculantes y no son de obligado cumplimiento.
4.      La propuesta de liberalización parcial del comercio mundial beneficia sobre todo a las grandes empresas y latifundistas.
5.      El objetivo 8, el que más hace referencia a los países desarrollados, no incluye fechas ni cuantifica los logros que se deben cumplir. Es el único objetivo que no lo hace.
6.      Se le acusa de ser un plan elaborado desde arriba hacia abajo, que excluye los procesos participativos y deja de lado las prioridades de los beneficiarios.
7.      Las metas ambientales son muy modestas y se cuestiona si las metas propuestas en el objetivo 3 contribuyen a lograr la equidad de género.
8.      Se llegan a sugerir medidas extremadamente discutibles como el suministro transfronterizo de servicios (como pueden ser la salud y la educación) o las inversiones directas extrajeras en los mismos. Una educación y sanidad privatizada ¿Acaso pueden dar servicio a los que menos tienen, a aquellos que no podrían pagar ninguna cuota?
A pesar de todo ello creo que, en general, el consenso alrededor de los ODM fue amplio. No olvidemos que los ODMs son el compromiso de lucha contra la pobreza que más amplio consenso ha reunido jamás (189 países la aprobaron), convirtiéndose por tanto en referente mundial sobre el tema. Ahora, al menos, se sabe con claridad hacia donde se quiere caminar y se está (en general) de acuerdo en ello. Además, sus defensores indican que ha servido para poner el tema de la pobreza en la agenda mundial, que contribuye a encauzar recursos para la causa, que ha incrementado la atención de los donantes en áreas específicas y que se trata de objetivos alcanzables y medibles.
Hoy, a finales del año 2011, después de 11 años desde que se redactaron estos objetivos, debemos fijarnos también en los resultados obtenidos.
Respecto al primero de los ocho objetivos parece que vamos por buen camino, ya que se han registrado descensos en los porcentajes de pobreza extrema del 46 al 27% (mediciones realizadas desde 1990 hasta el 2011). De todas formas, parece que este ritmo no será suficiente para cumplir el objetivo marcado. En la misma línea, la proporción de personas que padecen hambre desciende a una velocidad insatisfactoria.
También se registró un avance, aunque insuficiente, en la matriculación de niños y niñas a la primaria y ya se admite desde los propios informes de los ODMs que este objetivo no se cumplirá.
En cuanto a la equidad de género, se han registrado mejoras en la brecha de acceso a la educación entre hombres y mujeres, aunque sigue siendo elevada en la educación universitaria. Por su parte, la cantidad de mujeres empleadas fuera de la agricultura es muy baja y la representación política femenina sigue en niveles muy bajos.
También queda mucho por hacer en el objetivo 4. La tasa de mortalidad infantil de menores de 5 años cayó entre 1990 y 2008 de 100 a 72 muertes por mil nacidos vivos, lejos todavía de la marca establecida; mientras que la tasa de mortalidad materna está bajando “muy lentamente”.
En cambio, se han registrado buenos avances en la lucha contra el VIH y en menor medida contra la malaria y tuberculosis. También se prevé cumplir con la meta del acceso al agua potable para el 2015 pero la meta de los sistemas de saneamiento no ha registrado bueno avances. En cuanto al objetivo ambiental, los resultados han sido en general pobres: los indicadores de deforestación, emisión de CO2 y biodiversidad no son buenos.
Como podemos observar, la palabra más usada en este recuento de resultados es insuficiente o insatisfactorio. En especial, destacan los negativos resultados cosechados sobre equidad de género, mortalidad materna, mortalidad infantil y medio ambiente. Cierto es, que esto tampoco debe llevarnos a obviar los importantes avances registrados en temas como el VIH, agua potable o pobreza económica extrema entre otros.
Ya que la mayoría de las metas tiene caducidad en el 2015, tenemos 3 años por delante, en los que no nos queda más que mirar adelante, cambiar lo que no ha funcionado, potenciar lo que si ha funcionado y seguir luchando por la causa más justa que la humanidad haya formulado jamás: erradicar la pobreza.

Fuente: Documentos oficiales extraídos desde: